Gustavo Saba - Victor Aguilera |
19/03/2012. Gustavo Saba (Mitsubishi Evo X) venció de punta a punta. Ganó casi todas las pruebas especiales del segundo día. El primero que le arrebató ese honor fue Ítor Galeano, quien en la segunda etapa, entró a descabezar ídolos.
Gracias a su atrevida empresa, se posicionó en el segundo escalón. Contó con la generosa colaboración de quienes debían impedírselo: Diego Domíngguez y Miky Zaldívar.
Tal como la cátedra lo había anticipado, las posiciones del primer día torcieron el resultado del segundo. Un grande, querido y vaqueano amigo, en rueda de periodistas, ya había echado al vuelo que, con esos dos seguidores, la posición de Gustavo estaba asegurada.
Todos coincidimos con él basados en los antecedentes de los tres involucrados. Pero… uno tiene esa secreta esperanza de vencer a los vaticinios y augurios nefastos. No obstante, fatalmente, no se puede ir contra el famoso ‘te dije luego’. Una pena. Pues, no es que queríamos ver vencido a Gus.
Es que como fanáticos de este apasionante deporte, queríamos ver lucha. La estrecha diferencia permitía, alentaba y exigía un intercambio de posiciones entre los tres primeros. Estábamos requeteinteresados en ver a tres coches totalmente diferentes expresar sobre tierra Paraguaya lo que estaba escrito en sus respectivos diplomas en el extranjero. El clásico y probado Mitsubishi Lancer Evo X, contra los nuevos Kia Rio MR y Ford Fiesta S2000. Era un plato que ya lo habíamos disfrutado por adelantado.
Saba salió a ganar. Domínguez y Zaldívar, también. Gus sacó a relucir lo mejor de su maestría conductiva y los otros… lo peor de lado oscuro de su fuerza. Una labor negra que produjo errores fatales. Fallas que, no sólo les impidió conquistar la cabecera de la carrera, sino que les despeñó de la tabla de posiciones.
Pasaban las pruebas especiales y la diferencia en vez de recortarse, se estiraban en un amargo e ilimitado chicle. A nadie le gusta mascar el amargo sabor de un traspié durante una competencia tan corta. Así que, obligados a recobrarse de los malos pasos y de recuperar el tiempo perdido en la primera etapa, duplicaron los deslices produciéndose así, lo que el día anterior, habíamos dicho que sólo ocurriría si sucediera un milagro: el acceso de Ítor a la segunda posición. Increíble, pero se da.
Hay que conceder a Ítor el mérito de haber extraído del fondo de su ser, una capacidad felina de acechar, de esperar y de atacar en el momento propicio. Ejecutó esa maniobra de manera magistral. Se quedó con lo esperado: someter a sus dos predecesores. Gus estaba muy lejos, muy seguro y muy veloz en la punta como para emprender una patriada suicida. Los dos puestos arrancados tendían sabor a victoria.
La distancia recortada equivalía a la mitad de un transchaco en un rally tan corto y veloz. El logro de Ítor mantuvo a la afición pendiente del resultado. Eso fue muy bueno para la competencia. Puso en evidencia que, en este deporte, nada está arreglado. Y, menos, que se pueda uno recostar en sus laureles. Acá, se lucha palmo a palmo y no hay respiro.
Diego Domínguez, con todo su historial a cuestas, tuvo que rendirse y quedarse con la tercera posición. Miky Zaldívar, tuvo que retirarse, coronando así un magro debut.
Por Martín Palacios-Gill - Rally al día. / Fotos: Luana Pfannl